El amor de Dios es maravilloso!
En ocasiones, cuando estamos bien y la vida nos sonríe, nos olvidamos de Dios. Pensamos que todo lo bueno que nos pasa y que todos los éxitos que tenemos son gracias a nuestros propios méritos. Nosotros somos los inteligentes, nosotros somos los simpáticos, nosotros somos los que nos esforzamos y trabajamos para conseguirlo. No nos damos cuenta de que todas esas cosas son bendiciones que Dios nos da.
Por eso a veces es hasta que algo va mal en nuestro paraíso que nos acordamos de Él, porque no sabemos cómo salir del lío en el que nos metimos o no sabemos qué hacer para sentirnos bien. Es en ese momento cuando a más de alguno nos ha pasado que nos sentimos avergonzados, porque lo buscamos hasta que lo necesitamos. Sentimos que no somos dignos de Él y nos da vergüenza pedirle ayuda y acercarnos a Él cuando estamos mal, porque nunca lo hicimos cuando estábamos bien.
Pensamos así al no conocerlo, porque creemos que Él es como las personas, que nos va a juzgar y que nos va a dar la espalda. ¡Pero Él no es así! Él no es un hombre, ¡es Dios! Él nos conoce mejor que nosotros mismos incluso y sabe que hay casos en los que se necesita que llegue una prueba o que toquemos fondo para que recurramos a Él. ¡Y Él siempre está esperándonos con los brazos abiertos!
Así como me han comentado algunas personas, hubo un tiempo que yo tampoco tenía el valor para buscarlo. Sentía que me había alejado tanto de Él que era imposible regresar. Que había cometido tantos errores que iba a estar enojado conmigo. Que no podía ser tan cínica de pedirle ayuda cuando estaba mal, si yo había provocado estar así al dejarlo fuera de mi vida. No me sentía digna de Él ni de su amor.
¿Saben una cosa? Como me dijo una amiga, esos pensamientos no vienen de Dios. Él nos quiere cerca y está dispuesto a recibirnos siempre. Sólo basta que toquemos a Su puerta. Eso no es ser cínico, ni egoísta, ni interesado ni hipócrita. Eso es una muestra enorme de humildad. De decirle: “Señor, ya no puedo más, necesito de Ti”. Un corazón humilde y arrepentido es todo lo que se necesita para que Dios nos ayude. Él conoce los deseos más profundos de nuestro corazón y sabe en qué momento los va a cumplir.
Si te sientes solo, triste, mal y no ves una luz, busca a Dios. Él es el único que puede llevarse tu tristeza y cambiarla por gozo. Es el único que puede limpiar tus lágrimas y poner una sonrisa en tus labios. Es el único que puede encender una luz en medio de la oscuridad para guiarte.
No tengas miedo ni le hagas caso a esos pensamientos que te alejan más de Él. Reconocer que necesitas a Dios es algo que te hace valiente, no cobarde. Pedirle ayuda no es un signo de debilidad, sino de fe en que Él es capaz de hacer lo que para ti parece imposible. Confiar que Él puede cambiar lo que tú no has podido.
Él te está esperando y está sólo a una oración de distancia. Está disponible 24/7. Él nunca te va a decir: “Ahorita no tengo tiempo”. Tampoco te va a mandar a buzón de voz. ¿Qué más puedes pedir? ¡Búscalo! Va a ser la mejor decisión de tu vida. ¡Tú eres digno del amor de Dios! No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más o menos, porque él te amó desde el momento que te creó. Su amor es incondicional y gratuito y Su misericordia infinita.